Publicado en La Iberia, semanario de Ciudad
Rodrigo, el día 24 de enero de 1904.
REMITIDO
Señor Director de La Iberia.
Ciudad Rodrigo.
Indignación
grandísima y sorpresa enorme, me causó el último número de su ilustrado
semanario, por el incalificable exabrupto que lleva la firma de Lope Durán.
Sólo
de almas ruines y cobardes es propio lo que conmigo se ha hecho en la presente
ocasión, por seres tan decentes y tan
bien educados que no temen pagar con una villanía un rasgo de generosidad y
nobleza.
Accediendo
a súplicas reiteradísimas de personas prestigiosas de la localidad, ajenas a
rencillas políticas (entre las que me bastará citar a los señores Eduardo
Aparicio y don Santiago García) y no queriendo ser un obstáculo a la
pacificación que se intenta, publiqué, movido del amor a mis convecinos, mi
último remitido.
No
creí señor Director, que a un acto noble iba a responderse con una coz propia
de una bestia; pero ya que se me desafía, verá esa gente, incapaz de comprender
la nobleza del alma, hasta qué punto un hombre chiquitín puede ser revoltoso y
bailarín. ¿Se entera bien el Lope? Revoltoso,
así con todas las letras y como dice el adagio, pero jamás embustero. El que
falsea la verdad y miente como un bellaco, ya se dirá en su día quien es, pues
me atengo en un todo al sumario que con motivo de los hechos se tramita en el
Juzgado de Instrucción.
Si
en el primer momento la indignación se apoderó de mí, ahora, que ya calmado
medito tamaña ruindad, me río de tipejos dignos sólo de mofa y de la más
despreciable sonrisa. El Lope echó un jarro de agua fría a mis generosas
intenciones, precisamente cuando más motivo tenía a mostrarme reconocimiento
por haber dado al olvido los dislates de su señor padre.
Tamañas
enormidades
olvidé
¡por Belcebú!
pero
él habló y dijo…
muchísimas
barbaridades.
Y
conste que a raíz de haber dado a la prensa mi último remitido (antes de ver la
luz pública) se me quiso provocar a duelo. Como tengo arraigadas mis creencias
católicas y soy un ciudadano fiel guardador de las leyes, jamás hubiera
aceptado lo que constituye un crimen.
¡Cualquier
viviente se mete
con
el tirador notable,
que
igual maneja el florete
que
manejar sabe el sable!
Verdad
es que no falta quien susurre que ese señor no es ciertamente las armas lo que
mejor tira, ¡Creo que es aficionado al género! De todas maneras, es viejo el
refrán de fíate de Virgen y no corras.
Por
no revolver lo que peor es meneallo
no quiero sacar a colación la fazaña
que cierto sujeto llevó a cabo en un lugar tan salto como la casa de Dios, nada
menos que en plena función de Corpus
contra un ministro del Altísimo. Aquel fue el más espeluznante sacrilegio que
se ha visto bajo la capa del cielo.
No
me extraña que tan rematado fariseo, para que no tenga el diablo por donde
desecharlo, sea también un acérrimo duelista.
Quien
pisoteó nuestra Ley,
enemiga
de Satán,
se
resigne a hacer el buey
o
se lave en el Jordán.
Las
aficiones bélicas de nuestro Alcalde, son notables como lo prueba el haber
mandado armar bayoneta a la Guardia
Civil para arremeter a pacíficos vecinos la noche de marras.
Y
no se nos descuelgue el Lope con que los Civiles no usan bayoneta o sea
cuchillo bayoneta el armamento moderno, la voz de mando es la misma.
No
es fácil que en esto le pueda dar lecciones al mismo Dios de la guerra.
Que
es en bélico arte
muy
ducho, según discurro
y
si el papá es nuevo Marte
el
hijo es un grande… pillín.
Porque
vamos a ver ¿no es propio de un pillín aquella patarata que nos quiere hacer
tragar de la cayada delgada y otras faltillas al octavo mandamiento?
Lo
mismo digo de la taimada reticencia con que habla de las personas decentes y
bien educadas. En educación y decencia no admito lecciones de tal sujeto ni de
nadie pues, aunque humilde
No
cedo en lo bien criado
en
decente y en cortés
ni
a Lope el encopetado
ni
a ningún otro Marqués.
Dice
este sujeto en su comunicado o lo que sea, que con sus propias fuerzas tiene
bastante su señor padre para ser Alcalde cuantas veces quiera y hasta
archipámpano si se le pone en el chirumen ¡sí hombre sí! la Alcaldía pertenece
a don Santiago Durán por derecho divino y por eso creemos a pie juntillas lo
que usted nos dice, y que esta vez se la cederá porque le da la gana, a un
amigo de confianza y por él designado. Después de cederla, claro está, cogerá
otra vez su antiguo empleo “comisionado de apremios”, pues que todo está a su
disposición. Tampoco “Dios nos libre” ponemos en tela de juicio la fama de buen
renombre del señor Durán, no sólo en esta localidad y en toda la provincia y en
las Indias Orientales y Occidentales y sobre todo en el tapete verde.
Pero
dejemos esto para otro día pues ya me he extendido demasiado.
Y
dado a cala el melón por hoy suficiente es ya con que… señor grandullón abur… (Se continuará).
CAYETANO
RODRÍGUEZ
Fuenteguinaldo
21 de Enero de 1904
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