Visita que hizo Don Pedro Maldonado, obispo de Ciudad Rodrigo. Año de iUdlxxxix (1589)
En la villa de Fuenteguinaldo, a seis días del mes de
octubre, año del señor de mil quinientos y ochenta y nueve años, su señoría don Pedro
Maldonado, por la gracia de Dios y de la Santa Iglesia de Roma, obispo de
Ciudad Rodrigo, del Consejo del Rey, nuestro señor, en presencia y por ante mí,
Antonio de Autillo, clérigo, presbítero, notario y secretario de su audiencia
episcopal, y testigos, visitó la iglesia parroquial de la advocación de señor
San Juan Bautista en la forma y manera siguiente.
Primeramente, habiendo sido su señoría
recibido en procesión con la cruz y capa y sobrepellices, como es
costumbre, y hecho oración ante el Santísimo Sacramento y dicho misa en el altar mayor, visitó el santo
sacramento de la eucaristía, el cual estaba en la custodia del dicho altar
dentro de un vaso de plata en diez formas pequeñas y dos grandes, y lo halló su
señoría todo bien dispuesto, limpio y con toda decencia. Luego fue su señoría
en procesión a la pila bautismal y visitó los sacros óleos que estaban en tres
ampollas de estaño y en una caja o cofrecito de estaño, estaban así mismo bien
cebados y con la limpieza necesaria, visitó la pila bautismal y la halló limpia
y sana y cubierta con cubierta de madera. De allí fue su señoría al cuerpo de
la iglesia y el cementerio de ella, y tornó en procesión a la dicha iglesia
diciendo los versos, responsos y salmos acostumbrados por los difuntos conforme
al pontifical romano.
Luego su señoría se desnudó y quitó la capa y mitra
pontifical y entrando en el sagrario [sacristía] visitó los ornamentos y
cálices de plata y las demás cosas que estaban dentro de la dicha sacristía
para servicio del culto divino. Otro sí, su señoría visitó el altar mayor que
es de la advocación de señor San Juan Bautista y otro, que está al lado de la
epístola, de Nuestra Señora y al lado del evangelio, que estaba muy viejo y
desfigurado, de la advocación de San Miguel. Y allí luego, en la misma capilla,
visitó el altar de San Ildefonso, visitó así mismo otros dos altares que están
en el cuerpo de la iglesia de San Antón y está al lado del evangelio y el de
San Cristóbal el otro lado, y allí junto vio y visitó un oratorio pequeño de la
resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Y en todos los sobredichos altares
vio y visitó las aras de ellos. Luego su señoría vio y visitó las crucerías de
las capillas de la dicha iglesia y la anduvo y rodeó toda por dentro y fuera
para ver lo que era necesario proveer y mandar acerca de la obra y necesidad de
la dicha iglesia, comunicándolo y tratándolo con el beneficiado y clérigos de
la dicha villa.
Después de lo susodicho, en la dicha villa de
Fuenteguinaldo, a nueve días del mes de octubre del dicho año, su señoría dijo
la misa mayor y predicó el sagrado evangelio y bendijo solemnemente a todo el
pueblo al fin de la misa.
Otro sí, a la tarde de este dicho día, que fue domingo,
confirmó su señoría a todas las personas que fue menester como se verá por el
libro de los confirmados.
Otro sí, su señoría por su persona vio y visitó las ermitas
del Humilladero y Santa Ana y San Blas y San Sebastián y Santa Catalina y San
Fustes [San Fausto]. Y la ermita de La Herguijuela por comisión
de su señoría la visitó Bernardo Demendario, clérigo presbítero, su mayordomo,
y dio relación a su señoría de lo que había en la ermita para que proveyese y
mandase lo que viese su señoría convenía.
El obispo de Ciudad Rodrigo
Fui presente, Antonio Autillo, notario.
Mandatos de la parroquial
Primeramente, mandó su señoría al beneficiado cura y su
coadjutor, que al presente son o fueren, tengan mucha cuenta con la enseñanza y
doctrina cristiana del pueblo y principalmente con los niños y gente moza.
Otro sí, mandó su señoría que el maestro de escuela que
enseñare los niños los sábados en la tarde les enseñe la doctrina cristiana y
aquella sea la principal lección que entonces se les dará. Y mandó su señoría
se le notifique.
Otro sí, mandó su señoría que el sacristán propietario venga
a servir su sacristía o ponga persona hábil y suficiente y que esté
desembarazada para servirla, no sólo a la misa mayor, sino toda la mañana en
todas las misas y en todas las cosas necesarias tocantes a su oficio y lo mismo
a las tardes. Y mandó su señoría se le embarguen los frutos de su sacristía
hasta que con efecto cumpla este mandato.
Otro sí, mandó su señoría al beneficiado cura o su coadjutor
que de aquí adelante asignen algunas sepulturas en la capilla mayor y que las
mujeres puedan asistir en ellas nueve días continuos y no más. Pero permitimos
que, entre año, en días que no sean fiestas de guardar, porque en ellos está
desembarazada de gente la dicha capilla, puedan asistir en las dichas
sepulturas, y esto también se permite por razón de la obra de la iglesia y ha
de haber que por la dicha razón se estrecharán los asientos y sepulturas de la
dicha iglesia.
Otro sí, mandó su señoría al beneficiado curado o su
coadjutor que en lo que toca a dar las misas que sobran en la dicha villa, así
de los testamentos como de la demanda de las ánimas, guarden el mandato que más
largamente está puesto por su señoría en el libro de los difuntos y testamentos
que está en poder del beneficiado cura, so pena de excomunión.
Otro sí, mandó su señoría se haga y prosiga la obra del
cuerpo de la iglesia de la parroquial de la villa que es una capilla y coro y
torre que le falta. Y, para que este mandato tenga efecto, se pongan edictos en
Ciudad Rodrigo por mandado y orden de su señoría o de su provisor y no se haga
el remate en ningún maestro sin comunicarlo con su señoría. Lo cual mandó su
señoría para que el dinero de la fábrica de la iglesia que está esparcido en
diversos mayordomos se emplee en la dicha iglesia, y atento que el regimiento y
(folio 69) vecinos de esta dicha villa ofrecen de poner toda la piedra
necesaria para la dicha obra al pie de ella, pero no cortarla, y otras muchas
cosas y ayudas de limosna muy importantes para el buen suceso y fin de la dicha
obra.
Otro sí, mandó su señoría que, atento que los frutos de la
fábrica de la iglesia de este año de 1589 son suficientes para el servicio de
la dicha iglesia y más, que todo el dinero y alcance [saldo] que se hace
en los pasados de 1586, 1587 y 1588 y a los mayordomos de ellos, todo esto se
recoja y ponga en un arca de tres llaves, la cual arca esté en custodia y
guarda de aquel vecino y persona que el gobernador y regimiento de esta dicha
villa nombrare y las tres llaves se repartan en esta manera. Una que tenga el
obispo o supervisor, otra el beneficiado de esta villa o su coadjutor y la
tercera la tenga un regidor de la dicha villa, cual el regimiento nombrare,
porque de esta manera estará el dinero de manifiesto para gastarse en lo
necesario y oficiales de la dicha obra, y se hará con más comodidad y brevedad.
Para que la cobranza de este dinero de la fábrica se haga con más facilidad y
no haya descuido en ella, mandamos al beneficiado y su coadjutor y al
regimiento que nombren persona diligente que lo solicite que para ello daremos
nuestros mandatos contra las personas que no pagaren, o nuestro provisor en mi
lugar.
Mandatos de ermitas
Santa Ana
Primeramente, mandó su señoría se haga la capilla mayor de
la ermita de Santa Ana y juntamente su señoría la dio a Christóbal Gómez,
carpintero, vecino de esta villa y la concertó por la maestría y trabajo de sus
manos en seis ducados, dándole los cofrades todos los materiales, ayuda y
peones necesarios para subir la madera y teja. Obligóse el dicho Christóbal
Gómez de tenerla hecha para San Andrés de este presente año y mandó su señoría
al mayordomo de la dicha ermita lo solicite y pague los dichos seis ducados.
Otro sí, mandó su señoría al beneficiado cura o su coadjutor entierren en el cuerpo de la ermita una imagen de tres figuras de señora Santa Ana, Nuestra Señora y el Niño Jesús que está sobre el altar, porque ya no tiene aquella decencia que es necesaria para aquel lugar, y que lo demás del tejado de la dicha ermita se recorra.
Humilladero
Otro sí, mandó su señoría se compre un misal de los nuevos
romanos para el Humilladero, atento que hay suficiente dinero para ello de la
limosna que los fieles cristianos han dado para solo este efecto.
Otro sí, mandó su señoría se recorra el tejado de manera que
no haya goteras.
San Blas
Otro sí, mandó su señoría que una imagen muy vieja e
indecente de señor San Blas, que está sobre el altar de la dicha ermita, la entierren
el dicho beneficiado curado o su coadjutor.
Y otro sí, se recorra el tejado de la dicha ermita.
Ermitas
Otro sí, mandó su señoría que en Nuestra Señora de la
Herguijuela y todas las demás ermitas se recorran los tejados de ellas.
Alcabalas
Otro sí, mandó su señoría a todos los mayordomos de las
dichas ermitas que tuvieren novillos u otros animales que los fieles hayan dado
de limosnas, de aquí adelante, cuando los vendieren, no paguen alcabala de
ellos, so pena que lo que así dieren y pagaren no se les tomara en cuentas, y ponemos
pena de excomunión mayor a cualquier alcabalero que de aquí adelante les
molestare y pidiere la alcabala, atento que las tales reses son bienes de
iglesia y el dinero que de ellas sale dedicado para el servicio y fábrica de las
dichas iglesias y ermitas.
Cuentas sumarias
Otro sí, mandó su señoría que cuando se muestren las cuentas
sumarias de la fábrica de San Juan y demás ermitas y hospital se guarde en ellas
distinción y claridad, poniendo por orden y aparte cada cosa de los gastos,
como es el incienso por sí, el aceite por sí y cera por sí y piedra por sí y
obreros por sí y así lo demás.
Otro sí, mandó su señoría al beneficiado o cura de la dicha
villa que el primer domingo o fiesta de guardar lean estos mandatos y los
publiquen en la iglesia parroquial para que vengan a noticia de todo y asienten
aquí la dicha lectura y notificación, so pena de excomunión, y de que serán
castigados lo contrario haciendo.
El obispo de Ciudad Rodrigo, don Pedro Maldonado
Fui presente, Antonio de Autillo, notario
Lectura de los mandatos
Hoy domingo quince días de octubre de 1589 años se leyeron
los mandamientos supraescritos en la iglesia parroquial de esta villa en la misa
mayor después del ofertorio por Domingo Aparicio, sacristán de la dicha
iglesia, testigos, el licenciado Juan Martínez y Francisco Martín de Porras y
Juan de Herrera, clérigos, y por verdad que los hice leer yo, el beneficiado
Juan López, lo firmé.
Juan López.
FUENTE: Libro de Fábrica de la Iglesia Parroquial de San Juan Bautista de Fuenteguinaldo.
Archivo Diocesano de Ciudad Rodrigo.
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